Basada en hechos reales...
Recuerdo bien una anécdota, de allá por el lejano 2015, antes de que los memes de moda fueran reemplazados por el "no soi 100tífico" y el "pa que quieres saber eso jaja saludos"; la señorita que había perdido su camioneta, se encontraba atareada en las redes creando la nueva campaña gráfica de marketing para una conocida empresa automotriz.
Mientras tanto, después de haber compartido un tiempo precioso con la familia, la afamada maestra Elvira se encontraba de regreso en su hogar, con sus dos particulares hijas, rodeadas de un protector séquito de tres perros y un gato.
Mientras tanto, después de haber compartido un tiempo precioso con la familia, la afamada maestra Elvira se encontraba de regreso en su hogar, con sus dos particulares hijas, rodeadas de un protector séquito de tres perros y un gato.
Habiéndose levantado Elvira más que temprano, quiso apapachar a sus hijas de una manera tan especial que practican las madres de hijos que estudian fuera: a través de los alimentos.
Nadie que haya vivido lejos de su casa comprenderá ese vínculo tan fuerte de afecto y agradecimiento que se crea en un individuo/a que ha tenido que improvisar en su dieta garnachas, atunes, cereal, queso, pelusas, alcohol, cigarros y a veces el trabajo mismo que, en determinados momentos, manda al hambre a un recóndito lugar del que sólo regresa a las 3 de la mañana y es necesario ir al oxxo por un jocho.
Mientras la hija mayor se hallaba realizando su costumbre matutina de aseo y deslagañamiento, Elvira se acercó a su despeinada y pandrosa benjamina y gentilmente le preguntó: "¿Te hago unos huevos para desayunar, hijita?"
Mónica sabía que su madre sabía que los huevos estrellados eran sus favoritos, así que asintió afirmativamente y después de un breve "sí, por favor" esperó con deleite el futuro platillo lleno de proteína y amor de mamá.
Cuando el plato aterrizó en la mesa, Mónica miró perpleja la yema desparramada en el plato y se preguntó si el salero se habría vuelto sicario.
La mamá, muy prolija, afirmó con una sonrisa: "Son huevos aventados, espero que te gusten".
Mónica la miró durante dos segundos, suspiró y reflexionó, su madre no era una madre normal, no era sólo madre de dos hijas sino también de la incertidumbre y la improvisación, tras lo cual se resignó y se abocó a engullir su plato con ansias y acompañarlo de un café veracruzano.
Nadie que haya vivido lejos de su casa comprenderá ese vínculo tan fuerte de afecto y agradecimiento que se crea en un individuo/a que ha tenido que improvisar en su dieta garnachas, atunes, cereal, queso, pelusas, alcohol, cigarros y a veces el trabajo mismo que, en determinados momentos, manda al hambre a un recóndito lugar del que sólo regresa a las 3 de la mañana y es necesario ir al oxxo por un jocho.
Mientras la hija mayor se hallaba realizando su costumbre matutina de aseo y deslagañamiento, Elvira se acercó a su despeinada y pandrosa benjamina y gentilmente le preguntó: "¿Te hago unos huevos para desayunar, hijita?"
Mónica sabía que su madre sabía que los huevos estrellados eran sus favoritos, así que asintió afirmativamente y después de un breve "sí, por favor" esperó con deleite el futuro platillo lleno de proteína y amor de mamá.
Cuando el plato aterrizó en la mesa, Mónica miró perpleja la yema desparramada en el plato y se preguntó si el salero se habría vuelto sicario.
La mamá, muy prolija, afirmó con una sonrisa: "Son huevos aventados, espero que te gusten".
Mónica la miró durante dos segundos, suspiró y reflexionó, su madre no era una madre normal, no era sólo madre de dos hijas sino también de la incertidumbre y la improvisación, tras lo cual se resignó y se abocó a engullir su plato con ansias y acompañarlo de un café veracruzano.
Ese día fue tranquilo. Hubo un poco de sol y la vida transcurrió como suele hacerlo, con todas sus variaciones para toda la población en general, pero sin sucesos catastróficos de mi conocimiento. La noche llegó y los perritos fueron guardados en su respectivo cuarto y camita. El gato Milou acompañó en sus recorridos a la arisca gata Florentina, que en el fondo le tiene afecto pero no quiere perder su imagen ruda y poderosa frente a los demás, hasta unas horas después en que decidió regresar y aprovechar el calorcito de sus amigos perrunos.
Por la mañana, siguiendo esa rutina minatitleca, Elvira se volvió a levantar temprano y quiso volver a repetir el gesto de amor hacia sus hijas y, mientras la primogénita María Teresa se ocupaba de sus propios menesteres, se acercó a su otra hija con la misma pregunta: "¿Quieres que te haga unos huevos, hijita?"
Mónica sonrió, consciente de que recibiría un plato con las yemas rotas pero mucho amor y exclamó: "¡Sí, quiero unos huevos aventados, por favor!"
Minutos después, el plato aterrizaba en la mesa acompañado de un "Perdón hijita, no me salieron bien" y dos huevos estrellados, con la yema intacta, miraban a Mónica burlonamente recordándole que su madre es también, madre de las paradojas, la ironía y la genialidad.
Por la mañana, siguiendo esa rutina minatitleca, Elvira se volvió a levantar temprano y quiso volver a repetir el gesto de amor hacia sus hijas y, mientras la primogénita María Teresa se ocupaba de sus propios menesteres, se acercó a su otra hija con la misma pregunta: "¿Quieres que te haga unos huevos, hijita?"
Mónica sonrió, consciente de que recibiría un plato con las yemas rotas pero mucho amor y exclamó: "¡Sí, quiero unos huevos aventados, por favor!"
Minutos después, el plato aterrizaba en la mesa acompañado de un "Perdón hijita, no me salieron bien" y dos huevos estrellados, con la yema intacta, miraban a Mónica burlonamente recordándole que su madre es también, madre de las paradojas, la ironía y la genialidad.
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